14 de julio de 2011

A la búsqueda de la cerámica perdida

No hace mucho tiempo, llegué a Chetumal con el sueño de poner mi taller de cerámica y trabajar con este aroma a selva y su calor húmedo en que me podría envolver una ola al revolcarme. Es una ciudad, pero carece del bullicio y la prisa por ganar los dólares que deja el turismo característico de ciudades como Playa de Carmen y Cancún. Seguramente, para otros esta característica no es muy agradable, pero de veras la calma que se respira aquí, ese silencio en las noches cuando casi escucho el sonido de las nubes y la luna, todo eso ayudó en mi decisión de quedarme y probar mi suerte.

La cerámica en Quintana Roo es solo un recuerdo que ni siquiera en el Museo Maya aparece. Eso fue una sorpresa para mí. Ahora me pregunto ¿dónde está?, ¿quién hace cerámica en el estado?, ¿hay dónde conseguir material para hacerla? Buen trabajo me espera investigando todo esto y considerando mis posibilidades de trabajar y montar un taller.

Fui a la tienda de artesanías del Museo Maya y ahí me informaron que no hay artesanos y mucho menos artistas que se dediquen a hacer cerámica; también, que en Yucatán hay un pueblito llamado Tikul donde hacían macetas y varios adornos, así que me subí en mi vochito y emprendí el viaje a Tikul.

No conozco la zona, nunca he viajado por esas carreteras, así que todo me era un misterio. Tenía un poco de miedo porque solo viajaba con mi perra y no sabía qué iba a encontrar. Perdí el rumbo a 60 kilómetros de Mérida; según yo, Tikul estaba a 80 kilómetros de Mérida y, después de 6 horas, encontré el pueblo, recorrí varias de sus calles bajo el sol abrazador de junio que me daba unos 42 grados centígrados, buscando un taller.

Encontré varios, pero no podían darme la información de dónde conseguían su material, hasta que amablemente el señor Jorge Daniel me dijo que el barro lo consiguen en Calkiní, Campeche, que está aproximadamente a 5 horas de Chetumal. Luego de hacerme el favor de venderme un costal de barro y otro de “polvo” como le llaman, regresé triunfante a Chetumal, no sin haber hecho el contacto con las personas de Calkiní.

Es apasionante para mí investigar este material y seguir buscando a quien hace cerámica en esta maravillosa región Maya.